Narración, derechos humanos, feminismo.
Graciela Brunet, Lic. y Profesora en Filosofía. Maestra en Filosofía (Universidad Nacional Autónoma de México, 2001). Tesis: Hannah Arendt: una ética de la acción y de la reflexión. Docente en la UNR y UNL. Argentina.
Las lecturas de Arendt no fueron sólo textos filosóficos, políticos o históricos; también se interesó por la literatura, particularmente por el género narrativo, al que concedió un importante papel. De sus lecturas literarias han quedado huellas en muchos de sus textos. Entre ellas son muy significativas: sus comentarios sobre Kafka, donde la novela El castillo le permite repensar la cuestión de los derechos humanos; también su reelaboración del diario íntimo de Rahel Varnhagen, una dama judía del siglo XVIII. A partir de esta lectura Arendt elabora conceptos como paria y parvenu con los cuales piensa la identidad judía (su propia identidad) y también su propia identidad como mujer, siendo que su consideración de la condición femenina ha sido bastante peculiar (feminismo renuente)
Graciela Brunet nos decía que, dado que ésta es su tercer conferencia en el ciclo, sobre Hannah Arendt, prefirió dejar de lado lo que podría considerar los «grandes temas» de la autora, como Los totalitarismos y la banalidad del mal, para tomar otros a los que no les dedicó un libro en particular, sino que se pueden ir leyendo, rastreando en su obra y que tienen mucho que ver con sus lecturas. Influida por Walter Banjamin se puede encontrar en Arendt una categoría que es la narratividad. Se puede ir armando una categoría de la narratividad en Arendt.
Anunciaba que durante el mes de julio nos tomamos un receso y volvemos con todas las fuerzas en agosto-septiembre.
Agosto estará organizado junto a Mónica Billoni y trabajaremos Violencia urbanas junto a Paula Aramburu, José Giavedoni y Beatriz Norma Davilo.
Y en septiembre tomaremos diversos trabajos sobre DDHH de la maestría de DDHH que estoy cursando y de integrantes del Foro en defensa de los DDHH del Colegio de Psicólogos.
La conferencia tomó, entonces, dos lecturas que influyeron en Hannah Arendt, la de Rahel Varnhagen y la de Franz Kafka. Su libro Rahel Varnhagen, vida de una mujer judía, lo escribió ya en Estados Unidos, en el año 1957, siendo ya famosa.Tenía publicado ya Los orígenes del totalitarismo. Es la vida de una mujer del siglo XVIII, que vive en Pursia gobernada por Federico II de Prusia, el Rey Ilustrado que dio ciertos privilegios a la comunidad judía. Arendt había conocido a esta mujer viviendo en Alemania y había comenzado a escribir sobre ella. Cuando lo retoma y lo convierte en libro, nos da una pista acerca de su escritura: Se escribió con la conciencia de la destrucción de la comunidad judía. Esa comunidad que vio su asimilación -relativa- en época de Rahel Varnhagen, la cual se cierra con el nazimo.
El ser judío era algo que a Arendt no le preocupaba. Es su amigo Kurt Blumenfeld quien la introduce al sinonismo del cual luego ella se aparta. Graciela Brunet aclara, para quienes vieron la película de Margarethe von Trotta, es el que estando enfermo en su lecho de muerte en Israel, le da la espalda a Hanna en rechazo al concepto de banalidad del mal que ella acuña a partir del jucio a Eichmann en Jerusalén.
Una importante cantidad de público siguió con mucho interés las palabras tan claras e lustrativas de Graciela Brunet.
La cuestión de ser judío es la cuestión por la cual ella escribe ese libro sobre la mujer judía del siglo XVIII. Hace referencia a una obra de Julia Kirsteva: El genio femenino, en el cual escribe, entro otras, sobre Arendt y dice que este libro sobre Rahel fue un laboratorio de conceptos que luego trabajaría. La obra comienza con una Rahel anciana y la tesis de Arendt es que No es posible renunciar al judaísmo.
Rahel fue contemporánea de Kant, de Hegel, Goethe, sus hermanos adoptaron otros apellidos para asimilarse, como hacían muchas familias judías de la época. Finalmente adopta el de su marido, no judío, Varnhagen, que es con el apellido que la conoce la posteridad. Arendt leyó un diario de esta mujer en unos archivos en Weimar.Brunet se refiere ala función del narrador. El que narra siempre sabe algo más sobre el propio actor.
La pregunta acerca de ¿Quién soy? es para Arendt una pregunta política. Arendt no es una feminista. Así como no se pregunta sobre su judaísmo tampoco lo hace sobre la cuestión femenina. Ella acuña otro concepto, el de natalidad, un segundo nacimiento, que va más allá de lo biológico y que implica insertarse en el mundo de la acción.Se va a referir a los parias y a los (lo dice en francés) parvenu. que serían los advenedizos, los arribistas, trepadores, dicho en argentino. El advenedizo no valora al otro. El paria puede ver la dignidad del ser humano. Habiendo padecido todo esto, Rahel, en la vejez, vuelve a escribir en hebreo. Llega a comprender que la asimilación era una trampa.
Arendt toma la voz de Rahel en primera persona. Rahel lidera un salón adonde concurrían intelectuales, burgueses. Estos salones eran como un simulacro. Arendt dice que Rahel buscaba la acción. Ésta es una categoría filosófica de Arendt. Los seres humanos somos iguales y distintos al mismo tiempo. No debe intepretarse esta biografía como un paralelo con la vida de Arendt aunque hayan tenido puntos en común. Contar la vida de Rahel le permite a Hannah Arendt ordenar sus ideas sobre la cuestión judía.
Siguiendo las tesis de filosofía de la historia de Benjamin, Arendt le da la palabra a Rahel. Va a construir una moral de la historiografía. Como había anticipado Graciela Brunet, el feminismo de Arendt es renuente, hay que rastrearlo en su obra.
Luego la conferencista se refirió a la lectura que Hannah Arendt hace de Franz Kafka en su texto La tradición oculta, para referirse, justamente, a la tradición judía. Los relatos enigmáticos de Kafka le sirven para pensar una crítica a la noción de DDHH ya que en Europa había minorías, personas apátridas, desplazados, que no podían hacer valer sus derechos porque no pertenecían a ninguna nación. Coincide con la famosa frase de Bobbio cuando éste habla de que los Derechos hay que garantizarlos.
Los personajes de la obra de Kafka no tienen nombre, a veces sólo una letra, o no tienen apellido, no tienen familia, no se sabe dónde viven… no pueden sino ser judíos se plantea la filósofa. Analiza fundamentalmente la novela de Kafka El Castillo. Un agrimensor llega al pueblo porque lo habían convocado desde El castillo que estaba junto al poblado, para que trabaje como agrimensor. Pero nunca puede llegar al castillo, ni hablar con las autoridades máximas.
El agrimensor K, insiste. Los aldeanos le dicen que acepte, que ese es su destino. pero él persevera para que se cumpla con su derecho a ser escuchado, a trabajar de aquello por lo que había sido convocado. Finalmente, a diferencia del personaje de El proceso, que muere de vergüenza, el agrimensor muere de extenuación.
Comento mi asombro porque desconocía este análisis de El Castillo y marco la diferencia con el campesino de Ante las puertas de la ley, relato dentro de El proceso, que muere intentando que lo dejen entrar. No lucha.
Graciela Brunet destaca la ética del agrimensor que no pide favores, que si bien muere de cansancio es más optimista. Los aldeanos reconocen en el agrimensor que dejó una huella. Poder habitar en una tierra donde podamos interactuar y vivir como seres humanos entre humanos.
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Categories: Épocas
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