Las cámaras son autómatas que observan pero no ven, los micrófonos captan sonidos, pero no escuchan. La antiutopía de la novela 1984 está cada vez más cerca.
George Orwell, lúcido testigo del siglo XX, explicaba que la omnipresencia del Gran Hermano era el control total de la existencia miserable de millones de alienados. Los proles sometidos a la máxima explotación vivían en un mundo con un código que expresaba: la guerra es la paz, el odio es el amor, la esclavitud es la libertad.
Perversión del lenguaje que nos resulta extraña, pero con la que convivimos a diario, precarización y flexibilización es empleo, los subsidios son salarios y la exclusión social la norma de convivencia que genera efectos no deseados.
En Gran Bretaña la organización pro defensa de los derechos civiles Big Brother Watch, ha denunciado que 68 municipios instalaron cámaras en los cestos de residuos, las personas están bajo control estatal hasta en el momento de arrojar la basura. El estado afirma que su intención no es intimidar sino premiar a los vecinos que reciclen productos, pereservando el medio ambiente.
Acaso podemos ignorar la paranoia instalada en Occidente luego del 11 de setiembre de 2001? Torres Gemelas derrumbadas de por medio, todos somos sospechosos de algo, siempre y cuando no seamos agentes imperiales, y sí sumisos y obedientes.
La verdadera libertad no existe bajo el capitalismo, somos observados y oídos sin ser vistos en nuestra real dimensión de seres humanos y mucho menos escuchados en nuestras demandas. Frente al poder opresor la férrea resistencia de los de abajo.
Carlos A. Solero
Miembro de APDH- Rosario
casolero_1@hotmail.com
Fuente de la imagen: FlickrCC
Categories: Derechos humanos
Tags: 2010, Carlos Solero, George Orwell, Gran Hermano, Subjetividad, vigilancia