Del derecho y del revés

Blog del ciclo creado y coordinado por Laura Capella

Correspondencia entre Freud y Ferenczi

Traducciones por Marcos Esnal
Fuente: Sigmund Freud- Sándor Ferenczi, Correspondance 1920-1933, Ed. Calmann-Lévy, París, 2000.

Carta 1

Budapest, 25 de diciembre de 1929

Querido Señor Profesor,

Confieso que mi intención de responderle debe luchar con resistencias. El hábito consolidado de estar solo y arreglarlo todo en sí mismo tiene por consecuencia que la maquinaria chirríe un poco cuando busca comunicar de nuevo. Por razones quizá puramente personales, o incluso condicionadas por complejos, o eventualmente en el deseo de preocuparlo, etc., puede ser que haya reprimido no pocas cosas para las cuales creí no pode esperar ni aprobación de su parte, ni verdadera comprensión; y quizá puede ser que mis dudas al respecto hayan sido en parte exageradas. Sea lo que sea, ahora que el hielo está roto, lo voy a hacer parte de lo esencial de lo qué de mí.

La alusión a mi vejez prematura, tal como la puedo establecer representando aún una vez los hechos (preguntándole a mi mujer, a quien se lo conté una vez) no se produjo textualmente así, ni de una sola vez, como le escribí; se trata de una adición de muchos dichos aislados en el tiempo que usted sostuvo respecto mío. Una vez, fue un señalamiento ciertamente dictado por la compasión concerniente a mi apariencia, una respuesta hecha a mi señalamiento de estar tan canoso. “Usted decolora, soy yo el que encanezco”, me dijo en ese entonces. Sería vano precisar con una exactitud paranoica lo que fue dicho, incluso pensado; que alcance con decir que me lo tomé muy en serio –manifiestamente empujado también por mis propias representaciones angustiantes respecto del hecho de volverme viejo antes de terminar con mis cosas. No conozco otra ocasión en donde hubiera tomado de su boca otra cosa peyorativa respecto mío.

Haber renunciado en muchas oportunidades a la dignidad del cargo de presidente me ha hecho mal, como lo supone usted bien; me pareció también que el último renunciamiento en París –sobre todo después de la visita de Brill a Berchtesgaden- no estaba ya motivado políticamente: todo parecía estar en orden con América (Brill); dirigir a Jones me parecía inútil, incluso en varios aspectos algo dañino. Lo lamento, pero no puedo ver en Jones sino un hombre sin escrúpulos, peligroso, que no desdeña para nada las armas de la difamación y al que habría que tratar con más severidad; sería mejor liberar al grupo británico de su tiranía, que asfixia todo movimiento de independencia que no tenga su aprobación.

Si reconozco sinceramente el dolor de haber sido apartado, de manera manifiestamente definitiva, también, con la misma honestidad, puedo decirle que superé ese dolor, en la medida en que un tal sobrepaso sea posible (¡créame!). Como cada vez que alguna cosa ha sido superada (renunciamiento a la carrera universitaria, a la dirección del instituto de Berlín, etc.), me siento liberado en una cierta medida de cuidados superfluos, y mi interés se volvió hacia cosas mucho más importantes: mi verdadera disposición, es a la búsqueda y, liberado de toda ambición personal, me sumergí con una curiosidad redoblada en el estudio de mis casos. Busqué considerar las cosas, por así decirlo, ingenuamente, sin ningún prejuicio teórico, o al menos sin una opinión demasiado rígida, y las experiencias se han acumulado en una cierta dirección; la que evoqué en mi exposición de Oxford.

Resumido lo más posible, vea lo que puedo decirle:

  1. En todos los casos que llegué a penetrar bastante profundamente, encontré la base traumático-histérica de la enfermedad.
  2. Ahí donde tuvimos éxito, el paciente y yo, el efecto terapéutico fue mucho más significativo. En muchas ocasiones debí llamar a “casos ya curados”, para un tratamiento complementario.
  3. El punto de vista crítico que poco a poco se ha formado en mí al mismo tiempo es éste: el psicoanálisis practica de manera demasiado unilateral el análisis de la neurosis obsesiva y el análisis del carácter, es decir, la psicología del Yo, descuidando la base orgánico-histérica del análisis; la causa de esto es la sobreestimación del fantasma –y la subestimación de la realidad traumática en la patogénesis. No sé si usted podrá caracterizar esto como una “dirección opositiva”. No creo que algo así esté justificado. Se trata solamente de una tendencia a re equilibrar miento fundada en la experiencia, de una orientación unilateral que no se ahorra el desarrollo de ningún dominio científico. Casi todo lo que la psicología del yo moderna ha actualizado, también puedo confirmarlo: esos estudios han facilitado y hecho progresar extraordinariamente la comprensión de los procesos patológicos; sin embargo, a esas investigaciones que yo mismo practico en cada caso, no las pongo en el centro de mi interés técnico y teórico.
  4. Las experiencias adquiridas recientemente (incluso si en su esencia representan un retorno a lo antiguo) tienen también, naturalmente, un efecto retroactivo sobre algunas particularidades de la técnica. Algunas medidas demasiado duras deben ser atenuadas, sin perder completamente de vista la intención educativa secundaria.

Me reconforta su fuerza moral inalterada, que le permite consagrarse a sus pacientes y a su obra siendo que sufre de dificultades físicas.

Tampoco yo tengo satisfacción más grande que el trabajo, por lo que le estoy, y permanezco, inmutablemente agradecido.

Muchos saludos cordiales para usted, Anna, su esposa y Minna, para este Nuevo Año.

Su Ferenczi

Versión para descargar de la Carta 1.

Carta 2

Carta 1206
Budapest, 5-12-31

Querido Sr. Profesor:

No crea para nada que los días pasados en Viena no tuvieron en mí la menor influencia. El largo silencio de mi parte es la expresión de la importancia de nuestras conversaciones; un examen tan profundo hecho por primera vez de las diferencias entre nuestros puntos de vista, o al menos de la técnica aplicada por nosotros, necesita tiempo para ser bien aprovechada. En el principio como en el modo de tratamiento estamos bien de acuerdo; tanto como usted apunto a apartarme de peligros inútiles y evitables; se trata solamente de una diferencia en el ritmo de las comunicaciones indispensables y en nuestra concepción del deber que tiene la ciencia de comunicarlo todo, incluso lo que implica un riesgo (cuando es verdadero), en la esperanza de que de la verdad no podrá finalmente nacer sino algo bueno. La investigación debe entonces ante todo apuntar a descubrir si las cosas que observé son verdaderas, y si la interpretación que hago de ellas es justa. Por esto me someto a una objetividad tan rigurosa como posible, en particular después de las objeciones que vienen de una fuente tan importante. El tiempo es todavía poco para poder formular algo definitivo concerniente a este trabajo de revisión. Pero la honestidad me obliga a decir que no me siento obligado, hasta el presente a cambiar algo esencial de lo que dije. En ningún caso eso significa una voluntad de atenerse obstinadamente a lo que me es personal (ya que, como los otros, no estoy enteramente libre de tales tendencias); en todo caso me esfuerzo por mantener en jaque ese tipo de móviles puramente personales (sentimiento de ofensa, rebelión infantil, etc.). También es posible que no pocas cosas de las que yo vislumbro actualmente en los análisis tengan también un valor objetivo.

Espero que siga bien. Estuve muy feliz de encontrarlo en tan buena forma durante mi estadía en Viena.

Saludándolo cordialmente

Su Ferenczi

Versión para descargar de la Carta 2.

 Carta 3

Carta 1207
Viena, 13-12-31

Querido amigo,

Su carta me gustó, como siempre, pero su contenido menos. Si hasta el presente usted no pudo resolverse a cambiar algo de sus posiciones, es muy improbable que lo haga más tarde. Pero esencialmente es su problema; mi opinión, que usted no ha tomado una vía fecunda, es un asunto privado que no tiene por qué perturbarlo.

Al contrario, veo que la diferencia entre nosotros toma toda su agudeza desde una pequeña cosa, un detalle de la técnica que bien merece una discusión. Usted no ha hecho un secreto del hecho de abrazar a sus pacientes y de que se deja abrazar por ellas; esto yo lo escuché decir por mis pacientes (vía Clara Thompson). Entonces, si usted quiere hacer un informe detallado relativo a vuestra técnica y sus resultados, dos caminos se le abren. O usted habla de eso o bien lo silencia. Usted piensa y sabe bien que esta última elección no es digna. Lo que se hace en materia de técnica se lo debe sostener públicamente. Igualmente, más temprano que tarde, ambas vías convergerán. Incluso si usted mismo no habla eso se sabrá rápidamente; a pesar de no haberme hecho usted parte de la cuestión, yo ya lo sabía.

Dicho esto, ciertamente no soy yo el que por prudencia o miramientos por las convenciones burguesas, proscribiría tales pequeñas satisfacciones eróticas. Se que incluso en el tiempo del Canto de los Nibelungos el besar era una forma de salutación anodina, otorgada a todo visitante. Pienso igualmente que el análisis es posible hasta en la Rusia Soviética, donde el Estado autoriza una plena libertad sexual. Pero eso no cambia en nada el hecho de que no vivimos en Rusia y que, entre nosotros, el besar representa una intimidad erótica sin equívoco. Hasta el presente, en la técnica nos hemos sostenido firmemente en la tesis: las satisfacciones eróticas están para ser rechazadas al paciente. Usted sabe bien también que allí donde las satisfacciones más generosas no son posibles, las caricias más insignificantes pueden tomar rápidamente su lugar, tanto en las relaciones amorosas como en público, etc.

Ahora, imagine cuál será la consecuencia de la publicación de su técnica. No hay revolucionario que no sea superado por otro más radical todavía. Un cierto número de pensadores independientes en materia de técnica, se dirán: por qué quedarse en besar. Se podría ciertamente obtener más beneficios agregando el “manoseo”, que tampoco hace niños. Luego vendrán otros más osados todavía que darán el paso suplementario: mirar y mostrar; y entonces tendremos incluído en la técnica del análisis todo el repertorio de la semivirginidad y la petting-parties[1] con, por consecuencia, un crecimiento considerable del interés por el análisis de los analistas y los analizados. Pero el nuevo colega será fácilmente conducido a exigir una gran parte de ese interés para él mismo; a nuestros colegas más jóvenes les será difícil detenerse, en las relaciones trabadas en el punto fijado de entrada, y el Padrino[2] Ferenczi se dirá quizá, contemplando el espectáculo que ha creado: quizá hubiese debido detener mi técnica de ternura maternal antes del besar.

Los ensayos “sobre los peligros de la neocatarsis” no han aportado gran cosa. Evidentemente, no debemos exponernos a ese peligro. En cuanto al incremento de las resistencias calumniadoras contra el análisis a causa de la técnica del besar, intencionalmente no le he hablado de eso aunque es de esperar que vayan a suscitarse.

Con esta advertencia no creo haberle dicho nada que usted no sepa. Pero como usted representa con gusto el rol de la madre tierna respecto de los otros, entonces quizá también lo haga con usted mismo. Es necesario entonces que escuche, de la voz brutal del padre, el recuerdo que yo tengo bien presente de que tal tendencia a los jueguitos sexuales con los pacientes no le era extraña en los tiempos preanalíticos, tanto que se podría establecer una relación entre la nueva técnica y los errores de otros tiempos. Es por eso que en una carta precedente hablé de una nueva pubertad, de un démon de midi[3] en usted; y ahora me ha obligado a ser claro, sin vueltas. No espero impresionarlo. La condición necesaria para eso falta en su relación conmigo. Su necesidad inapelable de afirmarse me parece más poderosa en usted de lo que usted mismo reconoce. Pero, al menos he hecho lo que me es posible para sostener fielmente mi rol de padre. Ahora le toca a usted seguir.

Saludándolo cordialmente

Su Freud

 Versión para descargar de la Carta 3.

[1] En inglés en el texto. Comparable a nuestra expresión: juego de manos/ juego de villanos

[2] Godfather en el texto.

[3] Preservamos la expresión francesa que no tiene equivalente en castellano. Lo más próximo sería haberse vuelto un viejo verde. En francés alude a la exacerbación sentimental y sexual que se manifiesta en los seres humanos, en particular los hombres, hacia la mitad de su vida.

 

Carta 4

Carta 1208
Budapest, 27-12 -31

Querido Sr. Profesor,

Usted ya está habituado a que no pueda responder sino al final de un tiempo de reacción prolongada; pero esta vez eso le parecerá comprensible; es quizá la primera vez que factores de desacuerdo vienen a intervenir en nuestra relación. Ahora que dejé transcurrir la corriente afectiva pienso estar a la altura de responderle más tranquilamente.

Recordará sin duda que fui yo también quién de claro necesario rendir cuenta de lo que es del orden técnico, en la medida en que es metódicamente aplicado; usted era más bien de la opinión de mostrarse ahorrativo en cuanto a las comunicaciones técnicas. Y ahora es usted quien estima que sería indigno callarse y soy yo quien debe objetar que el ritmo de la publicación puede ser dejado al tacto y al juicio del autor.

Pero allí no está lo esencial de lo que quiero decirle. Considero que su temor de verme evolucionar en un segundo Stekel no es fundado. Los “pecados de juventud”, los errores, cuando son superados y elaborados analíticamente pueden incluso volver a alguien más sabio y prudente que los que nunca han pasado por tales tempestades. Mi muy ascética “terapia activa” era ciertamente una medida de protección contra esas tendencias, por eso ella tomó, en su exageración, un carácter compulsivo. Cuando lo reconocí, relajé la rigidez de las prohibiciones y las frustraciones a las cuáles me había condenado (tanto a mí como a otros).

Al presente creo que soy capaz de crear una atmósfera benevolente y desapasionada, propia para hacer salir a la luz lo que hasta ahí estaba escondido. Pero como temo los peligros tanto como usted, debo, y voy a, como en el pasado, guardar en el espíritu sus advertencias y criticarme severamente. Sería entonces un error si quisiera enterrar la veta productiva que comienza a descubrirse frente a mí.

Luego de haber superado el dolor relativo al tono de nuestra correspondencia no puedo impedirme expresar la esperanza de que nuestro entendimiento amistoso, personal y científico no sea trastornado por estas peripecias o que él será prontamente restablecido.

Con deseos cordiales para el nuevo año,

Su Ferenczi

 Versión para descargar de la Carta 4.

 

 

 

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