La última de septiembre nos trajo una brillante exposición a cargo de quien tuviera la responsabilidad de presentar el libro en sociedad: Ps. Ángel Fernández, psicoanalista, docente UNR, escritor y conferencista. Mariana Brebbia y Marcos Esnal, como parte de los autores.
Libro de «Una piraña ediciones», de octubre de 2012. Incluye artículos de Raquel Capurro, Mariana Brebbia, Mariano Bello, Cecilia López Ocariz, Alejandro Manfred y Marcos Esnal así como una versión de «Escritos ‘inspirados’: Esquizografía», de J. Lévy-Valensi, P. Migault y J. Lacan, publicado originalmente en 1931. A excepción de éste, los otros artículos fueron presentados en las Jornadas que dan nombre al libro en setiembre de 2010, que se realizaron en el CRSM Dr. Agudo Ávila y en noviembre del mismo año en Montevideo, como parte de las Jornadas «En el cristal de lalengua» de la école lacanienne de psychanalyse.
Compartimos un fragmento del artículo: Dr. Daniel Paul Schreber : transferencias y escritura de Raquel Capurro.
De poetas y de locos todos tenemos un poco, dice el refrán. Ese poco que tenemos en común ¿no es acaso efecto del lazo que teje la lengua, la lengua viva de un cuerpo hablante? ¿De qué modos diferentes hacemos pie en esa lengua común que nos permite escuchar y leer las particularidades de la lengua del otro? Lacan subraya la dimensión inevitable del malentendido. Cuanto más me aplico en disolverlo más lo alimento, dijo en los años 70, y ese día, si no me traiciona la memoria, señala que se trata de encontrar cómo navegar en el malentendido. Indico, ahora sí con exactitud, que, en Variantes de la cura tipo, Lacan ubica al malentendido como una condicionante de la lengua de la que no está libre el psicoanálisis.

Presentábamos a los expositores y evocábamos cuando nos conocimos con Marcos, hace más de 20 años. Él, un jovencito estudiante de psicología que junto a Beatriz Suarez y otras colegas editaron durante muchos años la exitosísima revista de psicoanálisis, «de la perra». ¡Felicitaciones por el sostenimiento en el tiempo de el coraje no sólo de escribir, sino también de editar. Coraje que para muchos resulta insoslayable.

Ángel Fernández hace referencia a la importancia del psicoanálisis laico por el que Freud peleaba. Y cita a Germán García.
Destaca que este libro tiene la huella del trabajo, de un grupo de gente que viaja, que crea jornadas, presenta trabajos, etc.
Y que el libro tiene la marca del múltiple interés del psicoanálisis en el sentido de que no se reduce al arte de curar. El libro «lalangua. Psicosis y escritura» se inscribe en la vieja tradición freudiana y lacaniana que apunta a una ética. No se trata de «curarnos» sino de hablar de otro modo y gozar de otro modo.

Puntuó texto por texto de los que integran el libro, haciendo referencia a una característica de escritura de cada artículo en el sentido de los epígrafes elegidos.
Destacó que los psicóticos, lejos de no tener lucidez, muchas veces tienen una lucidez abrumadora acerca del mundo en el que vivimos.

Raquel Capurro, de Montevideo, Uruguay, estuvo presente en su voz, respondiendo a una pregunta en la que se enlazaba dibujo, escritura y psicosis. Alguien le comenta que un paciente que atendió por consultorio externo en «El Suipacha» le pedía una hoja y dibujaba unas caras monstruosas. Y evoca unas vicisitudes en torno al tratamiento que el dibujante daba luego a esas caras. Y le pregunta entonces a Raquel Capurro acerca de la relación entre dibujo y escritura.

Entonces Raquel Capurro le responde evocando a Henry Engler, preso político, tupamaro, rehén de la dictadura uruguaya, que estuvo tres años preso. Entre otras cosas lo bajaban a un aljibe. Él narra el momento en que enloquece -le durará años- que es cuando lo meten en una sala en la que un compañero se desangraba. Comienza a alucinar voces. En determinado momento lee el diagnóstico que le hacen: Psicosis alucinatoria crónica. Y se toma de esa frase para pensar que tenía que salir de esa locura. Dibuja un circulo y coloca cosas dentro de ese circulo. Un mormón le regala el libro El Mormón, se convierte a esa religión, recorta y coloea imágenes del libro y las coloca dentro del circulo, que oficia de marco. Juego entre ser mormón socialista y socialista mormón. Riquísimo comentario.
La queridísima Mariana Brebbia, que trajo su grabación de Raquel, prefirió acompañar desde el público, con su atenta escucha.

Ángel Fernández habla de la alegría que le produjo la edición, la lectura del libro. Y dice que su comentario será la argumentación de esa alegría.

Nos relató sus orígenes barriales, en el vecindario del «Agudo Ávila» -o «El Suipacha»- como mencionábamos en otro lugar. Sus andanzas en un barrio en el que la locura formaba parte del entorno habitual, el negocio familiar que proveía de cigarrillos, gaseosas y demás cuestiones a los internos y cierta concepción romántica de la locura.
Pero que una vez estudiante de psicología, lo que le sirvió de Norte fue una pregunta que un loco le hace a su madre:
-Mamá, por favor decime qué voy a hacer cuando alguien me diga: Hacé lo que quieras.

Se refirió a cierta fascinación por la locura, que por supuesto no nos sirve, se ocupó de aclarar. Reflexionó acerca de que el loco siempre le pareció alguien que estaba «distraído de sí» y luego vinculó esa distracción con la comedia.
Conectar la psicosis con la hipótesis del inconsciente, es una bomba atómica. Lacan, cuanto más parece alejarse de Freud, más se acerca.

Valoró el respeto por el lapsus, que forma parte del título del libro: lalangua/ lalangue (francés) Y el valor de encontrar modos de decir el psicoanálisis más allá de las jergas.
En la locura se pone en juego lo que no cesa de no inscribirse. Después de Freud lo que no se escribe tiene consecuencias.
Oscar Masotta y el recuerdo de Pinchón Riviere hablando de que en la locura se trata de eso de lo que no se habla en una familia, la foto que no está, la palabra que no se dice. Algo que falta se manifiesta como un exceso.

Minimizó el concepto de que la palabra, lo simbólico, pacifican. Sí, lo hace en ciertas condiciones, pero no siempre.
Destacó que el psicoanálisis no es una teología, ni una filosofía hermenéutica.
Que es necesario separar radicalmente neurosis de psicosis para después volverlos a juntar.

En relación al texto de Cecilia López Ocariz destacó el epígrafe que ella toma: «Los libros hermosos están escritos en una especie de lengua extranjera», de Proust. Y se refirió a lo difícil que es decir bien lo que nos hace mal. Que el biendecir es un efecto de escritura y que nuestra propia lengua materna es lo más extranjero que tenemos.

Acerca del viejo debate acerca de si hay transferencia en la psicosis, o para decirlo de otro modo, si los psicóticos se enamoran. Ellos lo hacen desde otro lugar, organizando de otra manera sus lugares.
Finalizó con el trabajo de Raquel Capurro y una conversación que tuvo con ella, la cual criticó duramente el uso de «jergas» analíticas que es necesario combatir. Y saber qué decimos cuando decimos lo que decimos.
¡No se trata de resistir, sino de combatir! Clarísima posición ética, la de Ángel Fernández.

Alejandro Manfred y su epígrafe en ingles, de Shakespeare, de una comedia donde han abundancia de juegos de palabras. Lo festivo y lo poco del lenguaje.
Mariana Brebbia: ¿Acaso un neologismo no es ya una traducción?

Valor de un libro nacido de una conversación y de cómo, si la conversación efectivamente lo es, se deponen las certezas.
La psicosis es un gran cuestionamiento, igual que el psicoanálisis, y la cultura no sabe qué hacer con ninguno de los dos.
Categories: Derechos humanos
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