Acaso la horda haya sido uno de los primeros tipos de agrupamiento humano. Frente a las imposiciones climáticas, la necesidad de buscar alimento y refugio, el reunirse para enfrentar las dificultades y la adversidad ha desembocado en este tipo de convivencia, quizás producto más de la compulsión que del deseo.
De todas maneras, como bien lo explica Pedro Kropotkin en su indispensable libro El apoyo mutuo como factor de evolución, el agruparse de modo solidario es decir sintiéndose y pensándose como complementario de los otros, tiene un fundamento biológico que deriva en una ética cooperativa.
El capitalismo como sistema fundado en la competencia y el lucro hace de la desigualdad su divisa y potencia diversos mecanismos y dispositivos de disgregación social.
La globalización ha dado lugar a la emergencia del epifenómeno de las tribus urbanas, término que resulta paradojal de por si. Esta denominación da cuenta de ciertos vínculos lábiles, muy flexibles que generan ilusión de pertenencia.
En realidad, los miembros de de estas tribus son sólo circunstanciales partícipes de gustos por cierta música o estilos de vestimenta, muchas veces seudo transgresores ya que el sistema de la producción serial y la mercantilización los coopta, banalizándolos.
Estas estrategias son parte del vasto operativo de territorialización biopolítica funcional a la fragmentación que aisla las disidencias y aporta a lo que Guy Debord llamaba espectacularización de la sociedad.
Es preciso revitalizar en todos los ámbitos que sea posible una solidaridad que rearticule tramas contraculturales en sentido emancipatorio y liberador.
Carlos A. Solero
Miembro de APDH- Rosario
casolero_1@hotmail.com
16 de agosto de 2010
Fuente de la imagen: FlickrCC
Categories: Autonomía social, Resistencia
Tags: 2010, Carlos Solero, Guy Debord, horda, tribu, Vida Urbana